Los niños nacidos por cesáreas presentan bacterias muy
diferentes a las de sus madres, justo lo contrario que los nacidos por vía
vaginal.
La lactancia materna también es determinante.
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BÄCKHED ET AL./CELL HOST y MICROBE 2015
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La forma en la que nacemos o cómo nos alimentamos durante
los primeros años de vida va a determinar nuestro microbioma, es decir, las
bacterias que van a convivir con nosotros. Lo acaba de comprobar una investigación
que se publica en «Cell Host & Microbe's» tras un análisis de las muestras
de heces de 98 bebés suecos durante su primer año de vida. Por ejemplo, los
niños nacidos por cesárea tenían bacterias intestinales menos parecidas a las
de sus madres que aquellos nacidos por vía vaginal.
El trabajo también ha visto que las decisiones en la
alimentación, pecho o biberón, son claves en el microbioma intestinal infantil.
«Nuestros resultados muestran que el cese de la lactancia materna, en lugar de
la introducción de alimentos sólidos, es el factor principal en el desarrollo
de una microbiota similar a la de un adulto», señala Fredrik Bäckhed de la
Universidad de Gotemburgo (Suecia). «Sin embargo, el efecto de su alteración
precoz sobre la salud y la enfermedad en la adolescencia y la edad adulta está
por demostrar».
Se sabe que las bacterias intestinales son una fuente de
nutrientes y vitaminas para un niño durante su crecimiento. Nuestros
‘inquilinos intestinales’ son capaces de interactuar con los procesos celulares
normales. Por ello, los investigadores trabajan en comprender el papel de los
microbios intestinales en el metabolismo, la inmunidad e incluso en el comportamiento.
Colonizadores intestinales
Este nuevo estudio, dirigido por Bäckhed y Jovanna Dahlgren
en la Universidad de Gotemburgo y Wang Jun, del Instituto de Genómica de Beijing-Shenzhen
(China), apoya observaciones anteriores que aseguran que los colonizadores
bacterianos más iniciales se derivan de la madre. Los investigadores han visto
ahora que aunque los bebés nacidos mediante cesárea reciben menos microbios de
su madre, todavía son capaces de transmitirlos a través de la piel y la boca. Además
han comprobado que una vez que la bacteria se afianza en el intestino de un
bebé, sus poblaciones cambian dependiendo de lo que éste come. Por este motivo
los investigadores creen que el cese de la lactancia materna es un momento
clave en el desarrollo del microbioma ya que ciertos tipos de bacterias prosperan
en los nutrientes que la leche materna proporciona. Una vez que ya no están
disponibles, emergen otras bacterias, que son más comunes en los adultos. «Los
resultados subrayan el papel de la lactancia materna en la formación y la
sucesión de las comunidades microbianas del intestino durante el primer año de
vida», escriben.
«La microbiota intestinal de los niños que ya no eran
amamantados se enriqueció en especies pertenecientes a clostridios, frecuentes
en los adultos. Por el contrario, bacterias como Bifidobacterium y
Lactobacillus todavía dominaban la microbiota intestinal de los lactantes
alimentados con leche materna».
Antibióticos, el principal enemigo
Los antibióticos son el principal enemigo de nuestras
bacterias; sin embargo, representan una cuarta parte de todos los medicamentos
que se administran a los niños, a pesar de que un tercio de las recetas sean
innecesarias. Debido a que alteran el microbioma intestinal algunos trabajos
sugieren que pueden tener consecuencias a largo plazo, como obesidad, alergias
y enfermedades autoinmunes. Dan Knights, de la Universidad de Minnesota
(EE.UU.), ha analizado, tras revisar múltiples estudios, cómo los antibióticos pueden
estar actuando en el intestino. Así, señala, en el caso de las alergias, por ejemplo,
el uso de antibióticos puede erradicar las bacterias intestinales clave que ayudan
a las células inmunes a madurar. Estas células habrían sido esenciales para mantener
el sistema inmunológico a raya cuando se enfrentan a los alérgenos. Incluso si
estas bacterias vuelven, el sistema inmune sigue estando alterada. Los
investigadores también han ideado una prueba de diagnóstico que puede calcular la
edad de desarrollo del microbioma del intestino de un bebé en relación con los
bebés sanos. A su juicio, los pediatras podrían emplear una prueba similar para
identificar y potencialmente tratar a los bebés más de un mes después del
desarrollo normal.-
(Fuente original: R. I. - ABC - Madrid - España) – Extraído de
Salud para Todos, año 23 número 247, junio 2015, pág. 31 - I.S.S.N.0329-7705
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